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Cabudare ya tenía farmacia en el siglo XIX


Se le conoció como la pulpería de Pedro Seekatz, comerciante de origen alemán, nacido en Hanan, quien también expendía medicinas en un local de Cabudare para 1855.


Había constituido la Sociedad Mercantil Seekatz & Razetti el 2 de julio de 1855, con el doctor Luis Razetti, comercio que funcionaría en casa de habitación del alemán, en plena calle del Comercio de Barquisimeto, y el objeto de la firma era “extender los negocios de compra y venta de quincalla y otras mercancías”.


La próspera Casa de Seekatz pronto floreció y abrió tienda en Cabudare, con venta de quincalla y botica, constituyéndose esta en la primera farmacia reseñada en el poblado.


El asentista alemán mantenía vínculos con casas de comercios mayoristas instaladas en Puerto Cabello.

El historiador y ensayista Rafael Domingo Silva Uzcátegui, reporta que en Cabudare ejercieron la labor de farmacéuticos don Antonio Heredia, Lisandro Rojas Meza y Clemente Hernández.


Asimismo apunta que Teodoro Bertrián era “un práctico” oriundo de Curazao, que habitaba “en un campo vecino a dicha población (a Cabudare) La Aguaviva”, en donde “residió varios años hasta su muerte. Tenía fama como conocedor de botánica médica y no recetaba sino plantas. Todos ellos fueron magníficas personas. Ejercieron a finales del siglo XIX y principios del XX”.


Casas boticarias

En 1920, encontramos al doctor Jorge Ferrer cancelando impuestos de tres bolívares mensual

es por su botica.


Más tarde, en 1949, la misma botica de Ferrer pagará 20 bolívares mensuales por concepto de patente.


Pero antes, en las primeras décadas del siglo XX, en Cabudare se instaló una casa boticaria en la calle del Comercio, hoy Juan de Dios Ponte, y era propiedad de Félix Martínez, quien convivía con dos hermanas.


Luego surgió el Expendio de Medicinas El Nazareno, regentado por Sixto Graterol Ordoñez entre 1930 y 1940, ubicado en la esquina de la calle Libertador con Juan de Dios Meléan, frente a la plaza Bolívar, en el mismo local donde con el transcurrir de los años, se alojará la Botica Coromoto.


El boticario Graterol había arrendado la casona y el local, pero más tarde se fue de Cabudare quedándose el pueblo sin venta de medicinas.


Al tiempo, el doctor Agustín Gómez compró la propiedad y abrió el Expendio de Medicinas Coromoto, luego botica y más tarde farmacia.


Tenían su propio laboratorio

El doctor Agustín Gómez Rojas, tenía su propio laboratorio en donde fabricaba medicina tradicional para todo tipo de dolencias, lo que constituía su principal oferta.


Los clientes buscaban sobre todo Lamedor (expectorante), Timol para los hongos de pies y manos, así como cloruro de magnesio para dolores en los huesos.


Pero además preparaba champús para combatir la caída del cabello y otros tónicos capilares antiseborreicos, pomadas antimicóticas de varios tipos, sobres de alumbre (antinflamatorio), de ácido bórico, de sal de higuera o de azufre, alcohol yodo salicidado (para hongos en la cabeza) y crema azufrada para la escabiosis.


La Achicoria (jarabe para la tos), también era una de las medicinas más buscadas en la Botica de Gómez, el alcohol quinado o sulfato de quinina (para tratar las escaras que surgen en los enfermos que están mucho tiempo en cama) era uno de los medicamentos milagrosos fabricados por el doctor Gómez.


@LuisPerozoPadua

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