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La Mata en la memoria de Rafael Camacho

Resulta interesante para el cronicario cabudareño, un comentario apuntado en CorreodeLara.blogspot.com, site dedicado a rescatar la historia menuda de Palavecino.


Nos topamos entonces con una atractiva narración de Rafael Camacho, personaje incógnito que habita los predios convulsos de La Mata, un megasector de Cabudare que se ha ido desarrollando con el paso del tiempo.


La crónica de Camacho traslada a los lectores, al mágico y remoto poblamiento de La Mata y sus aledaños.


Las primeras familias

La familia Camacho como muchas otras entre las que destacan los Ponte, los Lozada Castillo, los Vázquez, los Latiegue, los Suárez, se trasladaron a La Mata a habitar sus primeras viviendas en la segunda mitad del siglo pasado.


Camacho narra –sin relegar detalles-, que su familia se mudó a Cabudare en 1959.


“En 1960 nos fuimos a vivir a la Urbanización OCEVI” (hoy nadie la reconoce por su nombre) el Banco Obrero.


“He visto crecer La Mata desde su fundación y, recuerdo a Cabudare como un pueblito de tres calles principales (La Av. Libertador, la calle Juan de Dios Ponte y algunos fragmentos de la calle Santa Barbará)” advierte Camacho al tiempo que añade que Cabudare comenzaba en la Plaza La Cruz y terminaba en la Escuela Nueva Segovia, en Pueblo Arriba.


No poseían servicios

Para 1963 ya los Camacho vivían en Urbanización OCEVI, a la que llegaron “de terceros”, o sea fueron la tercera familia en ocupar las viviendas.


Según su relato, no disponían de agua por acueducto, ni mucho menos luz eléctrica. Tampoco existían calles de acceso, “y el que se descuidaba en la noche lo atacaban los cunaguaros”.


Las pocas familias en OCEVI, pronto se familiarizaron con rebaños de burros, vacas y muchas serpientes.


Refiere Camacho que desde niño ha podido observar el crecimiento urbanístico de Cabudare, La Mata, Los Rastrojos y La Piedad, así como la mayoría de otros asentamientos que surgieron en los años 80 en la denominada explosión demográfica más grande de Latinoamérica.


Era un caserío

Rememora con devoción a don Eurípides Ponte, “quien ha sido nuestro vecino desde que construyó su casa en la avenida La Mata más o menos en el 65 o 66”, después que Malariología edificó en el margen oeste de la calle que hoy es la avenida Presbítero Daniel Vizcaya.


En la década de los 60, La Mata era un caserío compuesto inicialmente por Urbanización OCEVI, hoy casi nadie recuerda su nombre y es común indicar el organismo que la creó, “Banco Obrero”.


Entre 1961-62, el entonces presidente Rómulo Betancourt, junto a una numerosa comitiva, visitó La Mata y caminó por la calle principal, tramo que fue asfaltado desde la hoy entrada a Cabudare hasta la Escuela Granja Héctor Rojas Meza, pista que tenía el ancho de un automóvil.


El engranzonado camino comenzó a ver el futuro; más o menos por esa fecha pero posterior a la llegada de Betancourt, el Central Azúcarero Río Turbio, construyó la Urbanización Daniel Carías para su personal y el gran valle de pastos tendió a desaparecer.


Las escuelas de la zona

Para 1964 Malariología construyó todo el urbanismo desde la calle 10 hasta la 1, incluyéndo la Escuela Nacional Graduada La Mata N° 353, a donde ingresaron todos los niños de la zona, incluyendo Camacho, cursando 4to grado.


Indica en su descripción, que un tiempo atrás, se había improvisado una escuela mixta con aulas dobles 1 y 2, 3 y 4 y 5 y 6 en los tres cuartos de la casa N° 56 de la OCEVI.


Allí, en ese año nació el Abasto La Mata en donde actualmente está "Frutísima" entre la calle 3 y 4.


Igualmente se construyó la primera quinta: "Corito" de Juan Méndez Gonzales.


Luego de este inmueble surgieron otros al margen de la nueva avenida que se inició para la inauguración del nuevo urbanismo, siendo más tarde asfaltada sus calles transversales por el ingeniero Jorge Gómez Ruíz, al frente de la Constructora ‘Covialsa’ que tenía su sede en el sitio donde hoy se asienta Corpoelec, antes Enelbar.


La Mata crecía al igual que lo hizo Cabudare pero sin expansión hasta el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuando prorrumpe el desarrollo urbanístico Las Mercedes, más tarde El Trigal y El Paraíso y los edificios de Almarriera, en predios de las haciendas Santa Bárbara y Almariera.


En Twitter: @LuisPerozoPadua @ArchivoP

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